Panorama incierto,
cruda realidad
v La mitad del primer año de gobierno se les ha ido a
los responsables del ejercicio del poder, en la permanente construcción de
cortinas de humo en tanto tratan de hilvanar un proyecto de gobierno que hasta
ahora no se conoce.
v Hombres y mujeres que ahora se sienten engañados,
hacen público su malestar y reclamos de cumplimiento a las promesas por parte
del gobierno del cambio verdadero.
v Los ciudadanos exigen atención a sus peticiones y
solución pronta y definitiva a los problemas planteados.
v El pueblo percibe gigantescas murallas de soberbia,
incomprensión, incapacidad e ineficiencia de un gabinete variopinto en el que
abundan arrepentidos ideológicos, buscadores de fortuna, mercenarios y
aventureros políticos, ambiciosos de poder, y novatos inconscientes.
v La obra pública no acaba de arrancar, los apoyos
sociales no se ven por ningún lado, la credibilidad en el gobierno del Cambio
Verdadero se cae a pedazos todos los días, a cada rato se denuncian
públicamente abusos y maltratos en las diferentes dependencias.
José Rafael
Soberanez León
Los meses del gobierno
del Cambio Verdadero avanzan de prisa, y el desencanto de los tabasqueños
igual. La abrumadora problemática que enfrenta la población en general, es
generada por asuntos que tienen que ver con el desempleo, la inseguridad, la
carestía galopante de los productos básicos y los servicios, entre otras cosas
que no hacen más que agudizar la angustia y desesperación de las familias que no
saben a que «Santo encomendarse», pero también influyen en la decepción e
incertidumbre que siente el pueblo, actitudes revanchistas, de odio y rencor
que peligrosamente promueven los que nos gobiernan hoy.
Es que junto a la
legítima demanda de justicia por parte de la administración pública vigente,
que reclama se aplique el peso de la ley a los que supuestamente (falta
probarlo en las instancias legales y en eso trabajan) saquearon los recursos
públicos de Tabasco en el sexenio anterior, avanza también una actitud de
venganza política de muchos de los que acompañan al gobernador, y la avaricia
de no pocos que ven en la responsabilidad que les han encomendado, la mejor
oportunidad para hacer negocio y acumular fortuna personal, y también
construirse una imagen que les permita en lo futuro competir por otro peldaño
del poder público.
Hace un año más o menos, abanderado por una coalición de partidos como
el PRD, PT, y MC, apoyados por actores políticos de distinta ideología pero
comunes intereses (Llegar al poder a como fuera), y ciudadanos que hicieron
suya la causa particular de enemigos y detractores del régimen que entonces
ejercía el poder en sus postrimerías, un político de prestigio recorría de
manera intensa el territorio tabasqueño en la búsqueda del voto mayoritario que
lo llevara al poder.
Ser gobernador de Tabasco era para Arturo
Núñez Jiménez el máximo anhelo de su vida política y personal, y también era su
última oportunidad de lograrlo. Por ello fue que puso en práctica toda su
capacidad y experiencia política acumuladas durante varias décadas, y supo,
además, sacar provecho del encono y animadversión que políticos y sectores
sociales sentían por la administración granierista que no supo, o no pudo, revertir
la opinión desfavorable político-social que se generó en su contra, con razón o
sin ella.
El mandatario
tabasqueño actual encontró un filón de oro en la descomposición político-social
que ahogaba a su antecesor, y en la estrategia de campaña, además de los
recursos económicos que se utilizaron en la empresa de ganar los comicios,
también se invirtió en avivar el descontento con discursos incendiarios y con
promesas que, hasta ahora, casi seis meses después de tomar el poder, siguen
siendo solo eso.
Así se percibe, porque
de diversas maneras y por varios conductos, todos los días, individuos y grupos
hacen público su malestar y reclamos de cumplimiento a las promesas de campaña.
Hombres y mujeres que ahora se sienten engañados, exigen atención a sus
peticiones y solución pronta y definitiva a los problemas planteados, solo que
sus pretensiones se estrellan en las gigantescas murallas de soberbia,
incomprensión, incapacidad e ineficiencia de un gabinete variopinto en el que
abundan arrepentidos ideológicos, buscadores de fortuna, mercenarios y
aventureros políticos, ambiciosos de poder, y novatos inconscientes, entre
otros sujetos para los que el poder significa únicamente privilegios y
beneficio personal y de unos cuantos, instrumento de venganzas y ajuste de
cuentas.
La mitad del primer
año de gobierno se les ha ido a los responsables del ejercicio del poder, en la
permanente construcción de cortinas de humo en tanto tratan de hilvanar un
proyecto de gobierno que hasta ahora no se conoce. La persecución de supuestos
depredadores del erario público en la administración estatal anterior,
utilizando para ello a la institución procuradora de justicia como maquinaria
aniquiladora, apoyada en una brutal embestida mediática y en estratégicas filtraciones
de información a cierto sector de la prensa, en especial a la radio y la
televisión, ha sido hasta ahora un efectivo distractor de la atención de la
sociedad.
La obra pública no
acaba de arrancar, los apoyos sociales no se ven por ningún lado, la
credibilidad en el gobierno del Cambio Verdadero se cae a pedazos todos los
días, a cada rato se denuncian públicamente abusos y maltratos en las
diferentes dependencias, escasean las medicinas, priva la mala calidad de los
servicios, trascienden pleitos y escándalos internos, se han generado ya destituciones y renuncias, se
protege a posibles abusadores del poder, y se agobia la conciencia ciudadana
con una descomunal campaña mediática en contra de los supuestos saqueadores de
Tabasco (no son culpables hasta que jurídicamente se les demuestre lo
contrario). Este es el panorama que observan y sufren los tabasqueños en
general, es su realidad.
No se ve la luz al
final del túnel, no al menos este primer año de gobierno, y los hay que se
atreven a asegurar que las cosas se van a componer, sí, pero a medida que se
vaya acercando el 2015 cuando serán las elecciones de medio sexenio, ese será
el marco ideal y el tiempo en que, como por arte de magia, mejorarán las cosas
en este maltrecho Tabasco, podremos entonces ser testigos de la ansiada
eliminación del impuesto estatal vehicular, por ejemplo, de una repentina
bonanza económica, de un inédito repunte en la construcción de infraestructura
en todos los órdenes, y de un cambio radical de actitud de funcionarios
públicos y políticos.
Es probable que sea
cerca del inicio del proceso electoral de medio sexenio, cuando podamos ser
testigos presenciales del cambio de piel de muchos ambiciosos del poder para
poder escalar el siguiente peldaño del mismo, veríamos a violentos lobos
transformarse en apacibles ovejas para tratar de volver a convencer a sus
víctimas, los ciudadanos electores, y una vez concluido el proceso electoral y
obtenida la pretendida victoria, volverle a clavar los colmillos al presupuesto
público a costa del sufrimiento y miseria de la colectividad, así como
prepararse para intentar mantenerse en el poder más allá del 2018.
Como soñar no cuesta nada,
hay quienes seguirán pensando que los que hoy gobiernan cumplirán su compromiso
de resolver los problemas de Tabasco y sus habitantes, solo que no alcanzan a
darse cuenta ni comprender, dormidos de conciencia como lo están y los
mantienen, que no pueden aspirar a resolver problemas quienes son artífices de
ellos, que no pueden ser precursores de la paz y el progreso quienes generan,
alientan e impulsan los conflictos, y que no pueden consolidar el ofrecido y
pretendido cambio verdadero aquellos que en el ejercicio del poder público
practican buena parte de los vicios de sus antecesores, cometen los mismos
errores, alimentan las mismas ambiciones, se manejan con la misma soberbia, y
aspiran, igual que los que se fueron y no lo lograron, a eternizarse en el
poder, a menos que se demuestre lo contrario.
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